jueves, 2 de noviembre de 2017

Enseñar pero también… aprender de ellos.


Nunca había sido tan marcado el abismo entre dos generaciones. Mientras los niños de hoy hacen sus deberes con ayuda de Internet y crecen sumergidos en las redes sociales, los adultos y profesores siguen aplicando una educación tradicional, basada en formas de vida de hace dos siglos, sometida a la presión de los resultados académicos y a las agendas políticas.

“Con mis maestros he aprendido mucho; con mis amigos, más; con mis alumnos todavía más”. Proverbio hindú

Ahora sabemos que, en el mundo globalizado en el que vivimos, los niños, al igual que las empresas y los gobiernos, necesitan completar por lo menos cinco enseñanzas esenciales:

1. Saber focalizar la atención y aprender a concentrarse es el primer requisito indispensable.

2. La gestión de las emociones tanto positivas como negativas (por ejemplo la felicidad, el odio, la diversidad ideológica, el desprecio y la falta de empatía).

3. La resolución de conflictos es la tercera pauta de un nuevo conocimiento indispensable.

4. El impacto universal e inmediato de las redes sociales y su influencia en nuestro modo de comunicarnos y relacionarnos.

5. El optimismo a pesar de los mensajes negativos. Están disminuyendo los índices de violencia a nivel mundial y aumentando los de compasión y altruismo. Nos lo enseña la ciencia tanto como la experiencia de los últimos años, en contra de lo que siguen opinando muchos sectores mediáticos y políticos.

lunes, 30 de octubre de 2017

Enseñar exige curiosidad.



Paulo Freire sostiene que la curiosidad es la piedra fundamental del ser humano. Aquella que genera en el ser humano el movimiento hacia el conocimiento de los objetos fuera de él y a su conocimiento de sí mismo.

“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”
Benjamin Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense.

El buen clima pedagógico-democrático es aquel en el que el educando va aprendiendo, a costa de su propia práctica, que su curiosidad como su libertad debe estar sujeta a límites, pero en ejercicio permanente. Límites asumidos éticamente por él. Mi curiosidad no tiene derecho de invadir la privacidad del otro y exponerla a los demás.


Ejercer mi curiosidad de manera correcta es un derecho que tengo como persona y al que corresponde el deber de luchar por él, el derecho a la curiosidad. Con la curiosidad domesticada puedo alcanzar la memorización mecánica del perfil de este o de aquel objeto, pero no el aprendizaje real.

“Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”
Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.

Una vez satisfecha una curiosidad, la capacidad que tengo de inquietarme por nuevos retos continúa. No habría existencia humana sin nuestra apertura de nuestro ser al mundo, sin la transitividad de nuestra conciencia.

El autor finalmente enfatiza la importancia de la curiosidad al buscar que ésta sea parte viva e inherente de nuestra cotidianeidad: “Uno de los saberes fundamentales para mi práctica educativo-crítica es el que me advierte de la necesaria promoción de la curiosidad espontánea a curiosidad epistemológica”.

“El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío” Horace Mann (1796-1859) Educador estadounidense.